Coricancha (en Quechua Quri Kancha,significa Templo dorado) y originalmente llamado Inti Kancha (Templo del sol), fue uno de los templos incas más venerados y respetados de la ciudad del Cusco. Se trataba de un lugar sagrado en donde se rendía culto al máximo Dios inca el «Sol» o Inti; el lugar era conocido como el recinto de oro, razón por la cual sólo se podía acceder en ayunas, descalzos y con alguna carga sobre la espalda como muestra de humildad. El templo sirvió de base para la construcción del Convento de Santo Domingo.
La arquitectura del complejo contenía finas canterías que estaban decoradas por una banda de oro puro que se encontraba muy cerca del suelo, mientras que el techo estaba hecho de paja cuidadosamente seleccionada y cortada.
Uno de los bloques que se encuentran en la segunda hilada posee tres agujeros que, según algunos estudios, pudieron ser utilizados como medio para evacuar el agua de las lluvias que se acumulaba en el patio central; otra de las posibles razones para estos agujeros es su utilidad para manar la chicha que servía como ofrenda.
Las piedras que acompañan la arquitectura del templo presentan un pequeño almohadillado que denota la sobriedad de las construcciones durante la época incaica. El atrio triangular que sirve en la actualidad como puerta de ingreso no existía en el modelo inicial, y el muro que giraba en ángulo recto con dirección hacia la calle Awaq Pinta, aún conserva un tramo original de casi sesenta metros de largo que culminaba un sistema de andenes que desembocaban en el río.
Diversos libros e historiadores indican que este lugar fue uno de los más santificados y venerados porque siempre fue designado y elegido como recinto central para las ofrendas.
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